La preocupación. La preocupación es normal para todos. Todos nos preocupamos por los que más queremos, por lo que nos importa. No queremos que nuestra pareja sufra, que nuestros amigos pasen por malos momentos o que nuestros familiares tengan un accidente. Por eso les avisamos, les damos consejos y nos preocupamos por ellos, queremos que estén bien.
También nos preocupamos por nosotros mismos, por si estamos tomando buenas decisiones, por qué será de nuestro futuro, si estamos actuando bien con las personas que queremos, por nuestra salud, nuestro trabajo, nuestra dieta, nuestra imagen…
Cuánta preocupación ¿no?
Con tantas cosas en las que pensar muchas veces nos colapsamos. No podemos parar de pensar en esa cosa que nos preocupa tanto. Durante toooodo el día tenemos pensamientos en nuestra mente acerca de esa cosa que tanto desasosiego nos causa. No hay manera de dejarlo estar.
Cuando estamos entretenidos con otra cosa o logramos concentrarnos en algo, la preocupación no desaparece si no que está ahí, en segundo plano, como flotando, para volver a aparecer en cualquier momento en que nuestra mente se despiste de la tarea que estamos realizando.
Y es que además, llegas a pensar que te tienes que preocupar, por qué si no piensas en ello ¿Cómo lo vas a solucionar? Además preocuparte hace que estés alerta. Si no te preocupas no vas a poder anticiparte a la situación, por lo que si en algún momento pasa eso tan terrible que crees que va a pasar no vas a estar preparado para reaccionar. ¿Qué pasará entonces?
Intentas dejar de preocuparte, pero ya piensas en la preocupación como en algo que tienes que hacer, porque seguro que si dejas de preocuparte, pasa. En el momento en el que bajes la guardia, pasará.
Tanta preocupación hace que sientas ansiedad, claro, todo el día con tanto pensamiento negativo en la cabeza, pues tu cuerpo reacciona. Estás tenso, sientes dolor en el pecho, el corazón te va más rápido, te cuesta respirar… ¡si es que tanta preocupación te va a matar!
Y así, día tras día… Intentas dejar de sentirte así: buscas soluciones, te distraes, hablas con tus amigos y familiares, vas al médico no sea cosa que tanta preocupación al final te cueste un disgusto, pero llega un punto en el que no sabes que hacer para dejar de sentirte así. ¿Qué haces? ¿Cómo sales de este círculo de preocupación?
Puede que al leer esto te hayas agobiado un poco (es lo se que pretendía) o puede que esto te suene mucho. Si es así, eres un sufridor profesional. Y tienes que saber que sufrir así no es normal. Preocuparse es habitual sí, pero cuando llega un momento en que no lo puedes controlar, tienes un problema. Un problema que se llama Ansiedad Generalizada.
Lo que define al trastorno de ansiedad generalizada, como habréis notado, es la preocupación. La preocupación excesiva. Llega un momento en el que es incontrolable, y la persona que la padece, sufre muchísimo, porque no sabe cómo salir de ahí. El día a día puede convertirse en algo agotador ya que es muy difícil poder desconectar. La persona se siente ansiosa, inquieta, impaciente, atormentada…
Afortunadamente este trastorno tiene solución, desde la psicología se ha desarrollado un tratamiento dentro de la rama cognitivo-conductual efectivo. Por esta razón, si te sientes así, acude a un profesional.
Desde aquí animar a todos esos sufridores profesionales a que se cuestionen si eso que sienten es algo que les está causando verdadero malestar y a que acudan a un psicólogo, la mejor terapia para este tipo de trastornos es un tratamiento psicológico.
Si tu malestar no llega a ser tan grave, pero tienes a la preocupación rondando te pueden ser útiles varias estrategias:
– Aprende a relajarte y a desconectar: como ya he comentado en post anteriores, tener tiempo para nosotros es fundamental, así que pinta, escucha música, haz deporte, baila, aprende técnicas de relajación, medita o lo que sea que te guste hacer en tu tiempo libre, pero desconecta por un momento de tu día a día y relájate. Muchas veces no somos conscientes de cuanto necesitamos descansar y recargar las pilas. Tu estado de ánimo te lo agradecerá.
– Cuando tengas alguna preocupación intenta analizarla desde un punto de vista objetivo. Si es un problema que tienes que solucionar tendrás que dedicar tiempo a tomar una decisión analizando todas las variables del problema, así que verlo de forma objetiva te aclarará las ideas a la hora de decidir.
– Recuerda que preocuparse no es malo y hay que permitírselo. Todo el mundo se preocupa, la incertidumbre por el futuro que vendrá es normal y además no podemos tener bajo control todos los aspectos de nuestra vida, tendremos que aceptar esto y dejar que el porvenir nos sorprenda.
Para terminar, aquí os dejo una tabla donde podéis encontrar las diferencias entre la preocupación patológica y la preocupación normal.
Preocupación patológica o improductiva
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Preocupación normal
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