Que levante la mano aquel que se haya enamorado de un físico, que sea amigo de alguien porque es guap@, que decida con que persona vale la pena estar por cómo es por fuera. Yo creo que nadie.
No hace falta reflexionar mucho para darnos cuenta de que las personas que tenemos a nuestro alrededor son muy bellas para nosotros, pero por dentro y cuanto más bellas nos parecen por dentro, mejor y más bonitas las vemos por fuera.
Elegimos a las personas que queremos tener cerca por su forma de ser, por sus características de personalidad y sobre todo por cómo nos hacen sentir cuando estamos con ellas. Queremos estar con personas que nos hacen sentir bien.
Elegimos a nuestra pareja porque de repente se nos cruza por la mente: “¡Quiero estar con esta persona, él/ ella es para mí, es especial y me hace sentir bien!” Y cuando evocamos los primeros encuentros, las primeras veces que nos fijamos en ella, recordamos la forma en que nos miraba, no sus ojos, su sonrisa, no sus dientes o la forma de su boca, recordamos lo que sentimos cuando nos abrazamos por primera vez, no la forma de su cuerpo y recordamos cómo nos hizo sentir y lo a gusto y bien que estuvimos con ella. Son todo recuerdos sobre emociones, sentimientos…no percepciones físicas. Es posible que no recordemos como iba vestida, ni el día que pasó aquello, que se nos olvide el orden de los acontecimientos, pero nunca se nos olvidarán las emociones que esa persona provocó en nosotros.
Todo esto lo sabemos, solo hace falta pararse a pensar un poco. Sin embargo, vivimos preocupados por estar delgados, por estar fuertes, por estar morenos, por llevar el pelo arreglado, vestir a la moda… y ojo, cuidarse esta bien, demuestra que nos queremos y que nos gusta vernos y sentirnos bien con nosotros mismos. Pero cómo siempre digo, los extremos no son buenos. Tenemos que preguntarnos hasta que punto nos preocupan estos temas y si somos capaces de dejarlos a un lado y centrarnos en lo realmente importante.
Tenemos que ser capaces de mirarnos objetivamente, gustarnos y querernos tal como somos. De darnos cuenta de que valemos la pena y de que hay muchas cosas buenas en nosotros. De que no somos perfectos, nadie lo es, pero intentamos ser mejores personas cada día y cuidar a las personas que nos quieren. Para poder querer a los demás primero nos tenemos que querer a nosotros mismos, nunca me cansaré de decirlo.
Con la reflexión de hoy os dejo el video de Dulcinea que el miércoles publicó El Hormiguero. Por que todo el mundo tiene complejos, TODOS! pero esos complejos no tienen que hacer que nos escondamos.
Recibiremos críticas, no le vamos a gustar a todo el mundo, ahí esta la gracia del ser humano: no hay dos personas iguales. Pero esas diferencias son las que nos hacen especiales y las que hacen que la gente que nos rodea nos quiera.
Feliz Viernes 🙂