Llega Enero y además de volver al gimnasio, leer más, dejar de fumar o cualquier otro propósito de año nuevo que nos hayamos propuesto, para los universitarios llega una época difícil: ¡¡LOS EXÁMENES!!!
El artículo de hoy va dedicado a todos esos estudiantes que se han quedado sin disfrutar de las navidades metidos en la biblioteca entre comidas y cenas familiares y que han estado al pie del cañón con la resaca de Nochevieja. Cuántas horas invertidas delante de los libros para conseguir aprobarlo todo.
Ahora que ya están aquí, llegan los nervios: no me va a dar tiempo, hay mucha materia, me voy a quedar en blanco, no llego a todos los exámenes, no voy a sobrevivir a Enero!!! Tranquilo, sí que lo harás.
Tanto si te ha pillado el toro y necesitas acampar prácticamente en la biblioteca o este año sí que te has planificado bien y lo estas cumpliendo más o menos: no te olvides de tu vida social, es muy importante que en ese horario que te has marcado para estudiar te dejes tiempo para ti. Márcate descansos mientras estudias, sal a pasear, deja un ratito para ver tu serie favorita, queda con tus amigos al final de la tarde para tomarte una cerveza, haz deporte… Obviamente para obtener buenos resultados en los exámenes tienes que hacer muchas horas, pero eso no quiere decir que por ello tengas que sacrificar toda tu vida social. Realizar actividades que nos gustan y nos resultan placenteras ayuda a que nuestro estado de ánimo sea bueno, que nos sea más fácil concentrarnos y que estemos más relajados y dispuestos a estudiar más al día siguiente.
Tampoco te olvides de dormir bien: duerme entre 6 y 8 horas. Dormir nos ayuda a asentar los conocimientos y aprendizajes nuevos (cómo ya sabrás si has leído el post anterior). Si estamos cansados o no dormimos las horas necesarias nuestro rendimiento cognitivo baja, hasta el punto de que estar 24 horas sin dormir son para nuestro cerebro como si nos hubiéramos tomado 5 copas.
Estar todo el día estudiando, sin apenas descansar ni para comer o dormir hará que estemos más nerviosos, que nos concentremos menos y que nos pongamos de mala leche.
Confía en ti mismo, recuerda que has estudiado muchas horas y has hecho todo lo que has podido para aprobar el examen. Siempre se puede hacer más, eso es verdad, pero si has tenido poco tiempo o pocas ganas o no tienes buenas técnicas de estudio, este no es el momento para lamentarse. Estos fallos de organización tendrás que dejarlos para la próxima.
Estar nervioso ante los exámenes es normal, con toda seguridad la gran mayoría de tus compañeros están igual de nerviosos o más que tú.
Un examen es una situación que nuestro cuerpo interpreta como algo peligroso y la ansiedad no es más que un sistema defensivo. Este complejo sistema de nuestro organismo que nos hace sudar, temblar, tensar los músculos o tener pensamientos anticipatorios de fracaso (me voy a bloquear, no he estudiado suficiente o voy a suspender) también nos hace rendir más. Al estar en un estado de tensión, nuestro cuerpo y nuestra mente están más alerta y preparados para enfrentarse a la situación: nuestro examen. Así que al fin y al cabo todos esos nervios que sientes pueden ser la clave para que en el examen te acuerdes de ese nombre que intentabas memorizar pero te costaba tanto y al final dejaste por imposible. Si no, fíjate en los deportistas, las mejores marcas o los récords del mundo los consiguen en las competiciones puesto que a diferencia de los entrenamientos, en los que, por ejemplo un saltador puede repetir su salto 20 veces, es en la competición cuando siente esa punzada de ansiedad que le hace saltar más lejos.
El problema viene cuando el grado de ansiedad que se siente es demasiado elevado. Si en tu caso la ansiedad te bloquea, te impide ir a hacer el examen, te causa tanto malestar que no puedes desconectar ni un minuto del día e interfiere en tu vida académica impidiéndote lograr los objetivos que quieres y también en tu vida personal creando problemas con tu pareja, tu familia o tus amigos, puede ser que tengas un trastorno de ansiedad ante los exámenes.
Este sería el momento de acudir a un profesional. Un psicólogo te puede ayudar a superar todas estas dificultades y a hacer que estudiar y hacer exámenes deje de causarte malestar y angustia.